Miserias Literarias

Desgranando el agusanado mundillo editorial

15 marzo 2007

Nada vive eternamente

Cuando hace siete meses inicie, a instancias de una serie de personas, mi andadura en este blog con el fin de compartir mis conocimientos sobre el mundo editorial, tan sólo puse una condición para ello: llevarlo a cabo sin trampa ni cartón. Desde el primer momento me afané en dejar perfectamente claro lo que había y lo que dejaba de haber. Jamás pretendí engañar a nadie y si a alguien le surge la menor duda, puede consultar en el histórico la primera entrada de este blog. En ella —titulada de forma significativa «Declaración de intenciones»— indicaba que desconocía el tiempo que duraría esta andadura y su periodicidad ya que dichos parámetros estaban sometidos a cuestiones de una índole que yo no podía controlar en su totalidad.

Sé que las circunstancias por las que ha discurrido la andadura de este blog pueden haber defraudado las expectativas de muchos. Si es así, lo lamento. Pero quiero que esas personas entiendan algo: no puedo ser culpable de incumplir una promesa que nunca hice. Lo que aquí se daba, se daba de buena fe. Y ha durado —o durará, nunca se sabe— hasta que los hados quieran y mis circunstancias me lo permitan. Hasta ese momento, cada uno es muy libre de lanzar en arameo los juramentos que estime oportunos pero jamás podrá acusarme de faltar a mi palabra.

A día de hoy me resulta muy costoso hacerme cargo de la tarea que implica colaborar en este blog. Y me resulta costoso por dos motivos principalmente. Uno, porque no dispongo del tiempo necesario para dedicarlo a algo que para mí era y siempre ha sido un acto de buena voluntad. Un acto por el que nada solicité y por el que nada exigí nunca. Y del que siempre esperé, en aras de la cortesía, la misma respuesta. Y dos, porque realmente desconozco qué puedo mostrar a partir de aquí que pueda interesar a todo el mundo y que no suponga personalizar en casos concretos. Todo aquel que me remitido un EMAIL con alguna duda sobre un caso puntual y personal, ha sido contestado con mayor o menos presteza por el mismo medio. Lo que no me parece de recibo es convertir este blog en «El consultorio sentimental-literario de la señorita Prometeo» exponiendo casos puntuales, concretos y de un interés muy limitado como tampoco voy a convertir las aportaciones a este blog en divagaciones matutinas sobre lo bien que me siento mirándome el ombligo cuando no tengo otra cosa que aportar. Para eso ya existen decenas de blogs. Y, en aras de estas circunstancias, es preferible guardar un honroso silencio que destrozar lo aquí logrado entrada tras entrada.

La entrada de hoy —la que acompaña a ésta— es el resultado de una consulta personal cuya respuesta sí considero de interés general. Hasta que vuelva a encontrar un motivo de similar entidad que compense romper la quietud de este blog, las circunstancias seguirán produciéndose de similar manera.

Reciban un cordial saludo,
Prometeo

6 Comentarios

Anonymous Anónimo dijo...

Le respeto y admiro por todo lo que ha dicho en esta entrada de su blog. Ya hay más que suficientes blogs miraombligos.

De todas formas, quisiera proponerle un tema para otro posible artículo: los correctores de estilo. ¿Qué papel juegan? ¿Existen? ¿Sus decisiones pueden entrar en oposición con las del autor? ¿Qué campos abarcan estas decisiones?

Es que la semana pasada compré un libro que era de juzgado de guardia. No había faltas de ortografía -¡gracias a Dios!-, pero gramaticales sí, por todas partes. El colmo de mi estupefacción fue descubrir varias frases sencillas con el sujeto y el predicado separados por comas. Eso sin contar los cambios de presente a pasado sin venir a cuento en mitad de la narración; la voz del narrador que pasaba de una voz actual a una voz propia de las fechas en las que se ambienta la novela...

En fin, el libro era (es) como comer un bocadillo en la playa. Delicioso si no fuera por la puñetera arena que te hace rechinar los dientes a cada bocado.

¿No debería haber intervenido ahí un corrector de estilo? Es más, ¿la labor del escritor no debería ser la de no necesitar un corrector de estilo?

En fin, hay veces en que no entiendo nada.

16/3/07 09:50  
Blogger Prometeo dijo...

Tomo nota de su sugerencia, estimado anónimo.

Un saludo,
Prometeo

16/3/07 12:47  
Anonymous Anónimo dijo...

DISPARANDO PREGUNTAS

1- Cuando se gana un premio de novela ¿aparecen los agentes literarios como moscas?
2- Cuando se gana un premio de novela, que alguna editorial publica ¿en la siguiente obra del autor premiado las más prestigiosas editoriales se disputan el nuevo manuscrito?
3- El dinero de los premios obtenido en concursos literarios ¿tiene algún tratamiento especial para los amables recaudadores de impuestos?
4- Cuando un autor promociona su novela en múltiples presentaciones ¿dice siempre lo mismo en todas ellas?
5- Cuando se va a recoger un premio ¿quién sufraga los gastos del viaje y la estancia?
6- ¿A usted le ha cambiado la editorial el título definitivo de alguna de sus novelas?
7- ¿Es razonable (o digno) que un autor consagrado se presente a un concurso literario?
8- Si usted ha sido jurado en algún concurso literario ¿puede comentar cómo fue la experiencia (calidad de lo presentado, modo de tomar las decisiones, etc)?

18/3/07 12:56  
Blogger Blanca Miosi dijo...

Interesantes preguntas la de arriba, Prometeo; ¿podrías contestar algunas?
y muchas gracias por permitirnos tener tan a la mano este blog donde podemos consultar tantas dudas.
Un gran saludo,
Blanca

21/3/07 15:54  
Blogger Prometeo dijo...

Interesantes cuestiones, anónimo 2. Formarán parte de la próxima entrada.

21/3/07 20:32  
Blogger Juan Carlos Márquez dijo...

Bien haces en no dejarte enredar con asuntos particulares. Una cosa es portar la antorcha, Prometeo, y otra, bien distinta, dedicarse a prender candiles.

22/3/07 16:24  

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