Miserias Literarias

Desgranando el agusanado mundillo editorial

25 agosto 2006

Talleres literarios

Cuando alguien desea iniciarse en el bello arte de la literatura uno de los recursos más habituales al que suele acudir en busca de ayuda son los talleres literarios, esos lugares donde, en teoría, tratarán de enseñarte la alquimia que conduce a ser escritor y a redactar tus textos de forma exitosa.

La escritura, al igual que la lectura, es una de las actividades más personales que conozco, sujeta a arbitrios puramente subjetivos. A mí, un texto me puede parecer frío, plano o sin entidad narrativa y, sin embargo, a cualquier otra persona puede resultarle apasionante y conmovedor. Esa es la magia de la literatura. No hay un canon específico, una fórmula magistral ni unas reglas que la rijan. Y partiendo de esa premisa, es absolutamente inútil tratar de enseñar las normas que gobiernan una actividad que carece de ellas. ¿Qué es saber escribir con corrección? ¿Bukowski escribía bien? ¿Pío Baroja escribía bien? ¿Dumas escribía bien? Y, sin embargo, sea cual sea la opinión que nos merezca su forma de escribir, ahí están sus textos, calando hondo en cientos, en miles de personas.

Lo verdaderamente importante es lo que sentimos y lo que albergamos, la historia que llevamos dentro pugnando por salir y no necesariamente la forma en que la narramos. Si bien es cierto que existen unas mínimas normas aceptadas por común acuerdo y que deben ser conocidas antes de enfrentarse al reto de la creación literaria, para conocerlas no hace falta un taller literario, simplemente la firme voluntad de aprenderlas. Una de las formas más clásicas y que mejores resultados ofrece es la intensa lectura, el estudio de aquellos autores que, con sus textos, son capaces de despertar sensaciones y emociones en nosotros. Porque, paradójicamente, la escritura no se enseña. La escritura se apre(he)nde. Y ese es el esfuerzo voluntario y personal que cada uno debe emplear en recorrer el camino.

Por supuesto que todo el mundo puede hacer lo que le plazca y si alguien se siente más arropado en su aventura acudiendo a un taller literario, es muy libre de hacerlo. Tampoco será un tiempo perdido del todo. Aprenderá a manejar determinadas técnicas y herramientas que quizá —y sólo quizá— le sean útiles. Aprenderá a conocer, como decía García Márquez, «la carpintería de la literatura». Conocerá a gente con similares inquietudes y el hecho de poder hablar con otras personas, de igual a igual, de aquello que uno anhela siempre resulta reconfortante. Pero, como mucho, en aquel lugar, podrán enseñarte a escribir, nunca a ser escritor.

Lo único que pretendo con estas líneas es que nadie se llame a engaño. Que pueda evaluar y calibrar con conocimiento de causa lo que realmente busca y lo que va a encontrar en lugares como los mencionados. Y que no busque en un taller literario algo que jamás encontrará allí. Lo dice alguien que ha impartido unos cuantos.

5 Comentarios

Anonymous Anónimo dijo...

Muy acertado lo que se dice. Si acaso añadir que el hecho de encontrar compañeros de "carne y hueso" que comparten la difícil aficción de escribir supone un estímulo que a veces es impagable, y en mi opinión, con varios talleres a cuestas, lo mejor de los mismos.

Por otra parte, la proliferación de los mismos supone que a veces las clases las imparte una persona con un bagaje literario no muy extenso, lo que puede hacernos dudar de su idoneidad.

Sin embargo, en general y omitiendo el hecho de que a escribir se aprende escribiendo (tarea solitaria donde las haya), son opciones con cierto interés, sobre todo y casi exclusivamente, en mi opinión, para personas que se estén iniciando en el oficio.

30/8/06 12:20  
Blogger bauldelaire dijo...

Creo que los talleres literarios sirven para mantener a un un autor unido a un mundillo que de otra forma le resultaría prácticamente inalcanzable.
A escribir se aprende leyendo y escribiendo.
Mucha gente que opina al respecto no ha intentado escribir diez o doce páginas seguidas manteniendo una cierta coherencia. Quien lo ha hecho sabe de lo que hablo.
Quiero agradecer a Prometeo este espacio y los comentarios que va desgranando en él. Hacen falta más lugares como éste.
Un saludo

14/10/06 12:29  
Anonymous Anónimo dijo...

No añado más que mis compañeros, que esos sitios no enseñan a escribir (aunque seguro que más de uno aprende al menos a respetar los tiempos verbales) y que parece que sirven más para compartir experiencias que para convertirse en escritor.

10/11/06 14:23  
Anonymous Anónimo dijo...

Para mí, lo que indicas en el cuarto párrafo ya es un motivo suficiente para acudir a un taller literario. Te aseguro que casi todos los que alguna vez hemos asistido a alguno teníamos claro cuando lo hicimos que no nos iban a enseñar a escribir, que solamente nos iban a dar indicaciones, consejos (que podíamos seguir o rechazar) y, sobre todo, estímulo. También creo que uno no debe asistir a uno de estos talleres durante demasiado tiempo, que debe llegar un momento en el que vuele solo, arropado quizá por dos o tres amigos, pero lejos de grupos de escritura. El error en el que mucha gente cae es el de convertirse en "tallerista", de transformar su deseo de escribir en simplemente el afán de pertenecer a un grupo social con la escritura como telón de fondo.

3/1/07 00:31  
Anonymous Anónimo dijo...

Me gusta lo que decis, en lo personal hubo un tiempo en el que estuve obsesionado con las leyes gramaticales e ortografía y me ponía mal saber que no las respetaba. Ahora sé que si bien no las sé todas, me las arreglo para que se me entienda lo que escribo.

Hace un tiempo le mandé un texto mío a un conocido para pedirle una opinión: él me contestó que tenía que todavía encontrar mi propia voz. Me aconsejo emular a los autores que me gustan, para encontrar un estilo más ciudado.

¿Qué significa exactamente tener voz propia?

18/7/07 15:49  

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